martes, 22 de abril de 2014

Escribir supone asumir riesgos.

Cuando pierdes algo te empeñas en seguir buscando,
miras una y otra vez dentro del mismo cajón, del mismo bolso,
te abres en canal y te exploras, contemplas cada mirada,
desconfías de cada sonrisa y te haces enemigo hasta del mar,
una fiesta pasa a ser la casa de la que huyes cuando todo va mal,
el consuelo de lo perdido es quedarse a esperar y
algunos, incluso, lloran.
Cuando perdemos a una persona es algo parecido,
con la diferencia de que lo que pierdes no es material,
es físico e irrecuperable.
Cuando alguien se va, cuando ella se va
no hay deseos que pedir ni estrellas que contar,
no quedan cajones en los que buscarla ni bolsos que regalarle,
no tienes que abrirte por dentro porque ya estás roto por fuera,
te acompañan ojeras y recuerdos en cada trazo de tu rostro,
y sí, se fue y ya no contemplas las miradas
ni encuentras la suya al despertar,
las sonrisas son falsas y ni el mar podrá traerla de vuelta,
la única fiesta a la que asistirías sería a
la de sus huesos clavándose en tus rodillas,
a la de su cicatriz mordiéndote las noches,
todo va mal y al final una pérdida siempre es una pérdida,
el desenlace de lo inevitable y
cuando marcharse es la única opción
quedarse a escribir es la solución.

miércoles, 16 de abril de 2014

Hablar de ti es recordarme.


No sé en qué momento me crucé con tu mirada,
Ni cómo te conocí,
Sólo recuerdo que tenías el paréntesis más bonito
A los dos lados de la boca,
Esa boca que salva de cualquier precipicio
Pero que, a la vez, es el camino más directo para llegar a él.

Puede ser que nos hayamos visto incluso antes de conocernos,
Que tú pensases en mí y yo sonriera en ti
Como quien espera la vida o regresa a la muerte,
Puede ser que haya visto a través de tus ojos cualquier noche
Y que tú al despertar una mañana me hayas soñado,
Que al conocernos nos hayamos coincidido y declarado
Placer sin darnos apenas dos besos tímidos,
Puede ser que antes de esa noche ya me hubiera confesado
Contigo en cualquier callejón y tomado tu mano
En señal de orgullo, como quien ha conseguido un trofeo,
Que sin yo saberlo ya te quisiera
Y sin tú esperarlo te quedaras.

Porque no encuentro versos ni besos para escribirte
Todo lo que quiero hacerle a tu poesía,
No encuentro preguntas ni respuestas simples para
Hablar de ti y que no se me rompan los esquemas,
Ni similitudes que guarden parecido alguno con algo que
Haya vivido en otros pasados próximos,
Porque sin buscarte te encontré a dos manos de mi puerta
Y me hiciste risa en cada parque,
Porque sin pretenderte te pensaba
Y sin quererte ya sabía que iba a hacerlo.



lunes, 14 de abril de 2014

La certeza de la derrota.

Ella es mía y del mundo,
me gusta sentirla libre,
que cuando me de la espalda para dormir sepa
que, inmediatamente, voy a abrazarla,
a besarle la brisa de su pelo,
a escucharla reír en sueños y a afrontar
una vida llena de derrotas a su lado,
que tenga la certeza de que voy
a confundirla con cualquiera
pero que nunca dude de que voy a
esperarla cada mes de cada año,
como si al respirar ella fuese el aire
y al llorar la sal fuesen sus manos.

Quiero que ella sepa que soy infierno
pero que voy a desnudarle los ojos
cada vez que quiera huir de mi lado.